“Philip Ball es químico, físico y editor de la revista Nature y tiene la rara cualidad de no dejarse encerrar por las disciplinas, lo que otorga a su obra un carácter globalizador que hace de sus argumentaciones (en ocasiones algo complejas para quien no tenga cierto dominio de los básicos de la ciencia, pese al esfuerzo por poner en el más sencillo lenguaje posible las ideas) un caleidoscopio de metáforas que iluminan determinados comportamientos de los mercados, las organizaciones, el tráfico rodado, la creación de los senderos en los jardines o el urbanismo”.
Así comenzaba una reseña que publiqué en la revista del Instituto de Auditores Internos hace ya más de 10 años. Criticaba el libro “Masa crítica: cambio, caos y complejidad”, de Philip Ball, un texto interesante y plagado de ideas que me sorprendieron en su día y sobre las que he seguido pensando con los años.
Hay que contemplar la interactividad como generadora de desequilibrio, necesario e inherente al concepto de cambio…
Copio algún párrafo más:
“La idea central del libro es que podemos encontrar curiosos parecidos entre, por ejemplo, el comportamiento de las partículas en un gas y los movimientos de masas de la sociedad (ergo de organizaciones sociales como las empresas) […] Ball presenta incluso un tratamiento que reduce (solo a efectos de estudiar el comportamiento en modelos informáticos) a las personas a peoploids, o gentoides, de gran utilidad para estudiar cómo diseñar zonas de paso o salidas de emergencia, y que muestran características similares al comportamiento de los gases”.
Como a veces la vida imita a los libros, no hace tanto me encontré en una situación que me hizo sentir como un gentoide: alguien despojado de su individualidad por mor de cumplir las normas de protección de la COVID 19 (Voluntariamente y con pleno convencimiento, quede claro) pero conducido de modo digamos que poco cortés por una persona a la que superaban los nervios. La responsabilidad, la juventud del “guardia de tráfico” en aquel auditorio y probablemente una formación insuficiente hicieron que se produjera una situación innecesariamente desagradable que no pudo, empañar el disfrute de volver a escuchar una sinfonía de Beethoven. Volví a leer aquella crítica y me quedo para finalizar este post con aquel final, que a veces las casualidades hacen el trabajo, aunque probablemente Ball se pondría a buscar un ejemplo en las ciencias que lo explicara:
Ball proponía en ese libro el concepto de econofísica, y yo me pregunto por el de sociofísica.
“Y una buena parte del libro se dedica a estudiar la interactividad como generadora de desequilibrio, necesario e inherente al concepto de cambio, entre las opciones que los operadores podrían tomar. Ésta es probablemente la vena más fértil, porque en el fondo, a nuestro entender lo que se produce es la iluminación de facetas nuevas en problemas viejos, basados en intentar predecir los actos de los demás para controlar el tablero, lo cual es probablemente ilusorio. Pero es de ahí, precisamente de donde surge la posibilidad de mejorar las habilidades de relación, las soft skills, como medio, si no de mejorar la visibilidad, si de proporcionarnos bastones más largos para andar por el camino de la incertidumbre, pues la predicción estadística, asuma la curva de distribución de probabilidades que asuma, parece servir más como guión que como guía”.
Que se nos puede tomar como gentoides, pero no como ganado.