¿DISTANCIAMIENTO SOCIAL O DISTANCIA DE SEGURIDAD?

Muchos de los lectores conocerán el concepto de marco mental de George Lakoff. Es muy utilizado en política (y hemos podido escuchar a alguna ministra española mencionarlo, lo que es casi como ver a un prestidigitador revelando su truco) y bien gestionado ofrece un método interesante para construir un discurso razonablemente hilado. Lo que viene a expresar es que si una idea constituye, por mor de la insistencia o la redifusión masiva, un marco de discurso (por ejemplo, que tal empresa es socialmente responsable), se verá protegido contra argumentos en contrario, puesto que, como sabemos, lo ideológico es también emocional, y es difícil controlar las emociones una vez se encienden. Esto en teoría, claro, porque hay que recordar que los discursos están siempre en competencia: la retórica ya no vive sin la dialéctica.

No vamos a trabajar aquí en las ramificaciones posibles como la cámara de eco o el trabajo con las redes sociales o las fake news. Esta breve introducción sirve para presentar la idea de que el marco mental se construye sobre todo con lenguaje (aunque recursos y discursos suelen ir unidos) y que por tanto no es inocente. Tampoco es culpable, digamos que es finalista: se hace para algo, y sobre eso es sobre lo que hay que pensar. Viene a colación porque en ocasiones la invención de terminología es excesiva. Siempre que se intenta imponer un lenguaje desde alguna instancia (religiosa, ideológica o administrativa) es nuestro deber sospechar. ¿Para qué se hace? O dicho de otro modo, ¿Qui prodest, quién se beneficia?

El lenguaje, de modo general, cambia por sedimentación, de manera muy lenta. Se dan casos, desde el ámbito, en que se producen cambios rápidos y sancionados por la generalidad de la sociedad (como “calentamiento global” o “finstro”), otros en los que la novedad del hecho requiere invención rápida (como “desescalada”) y que los propios acontecimientos arrumbarán (como “diskette”). Finalmente, hay otros que se presentan con intenciones variadas, muchas veces de aprovechamiento comercial (piénsese en el hecho de correr por la calle sin ser perseguido: empezó siendo footing, cambió a jogging y se ha impuesto running) y en otras ocasiones ideológico.

“Siempre que se intenta imponer un lenguaje desde alguna instancia es nuestro deber sospechar”.

Respecto a la necesidad de nuevo lenguaje por la irrupción de la COVID 19 hay multitud de análisis muy acertados. Solo se trata de señalar el hecho de que hay que pensar bien qué lenguaje queremos usar. Nadie nos obliga a elegir la expresión pretendidamente impuesta. Ni a no usarla. Por ejemplo, la expresión “nueva normalidad” parece un oxímoron. Son términos antitéticos. Si es nueva no es normal y si es normal no es nueva. Pero si hacemos el cambio a “nueva realidad”, por poner un caso, implicaría que el confinamiento era algo irreal, como un sueño o una pesadilla, y así lo ha vivido mucha gente. Probablemente lo que se quiere expresar es más bien que se inaugura un periodo de “nueva normativa”, lo cual, como poco, debería exigir nuestra atención.

Puesto que lo que se impone como modo usual, o como cliché, es también un modo de ahorrar esfuerzos lingüísticos, lo único que se pide es conciencia terminológica: precisamente desde ahí es desde donde se pueden construir discursos afinados y eso es muy importante a la hora de entender cómo hablamos como personas, empresas o instituciones.

“Tenemos que mirar a lo que viene a la cara para afrontarlo mejor”.

Y tengo que confesar ahora mi pecado, contrición y promesa de no volver a caer en la tentación de hablar de “distanciamiento social”. Es una expresión absolutamente desafortunada. La distancia que debemos guardar con los demás es una distancia de seguridad y solo por motivos sanitarios. La segunda acepción de la RAE para “distancia” es “Desunir o separar moralmente a las personas por desafecto, diferencias de opinión, etc.” Necesitamos una distancia de protección, obvio, pero si algo no necesitamos es desunirnos socialmente. Al contrario. Tenemos que mirar a lo que viene a la cara para afrontarlo mejor: salvando empleo, siguiendo las nuevas normas, desescalando sin arrojarnos a un precipicio y tendiendo a los demás, si no la mano para no dar ocasiones al virus, al menos sí el espíritu para sumar fuerzas. Que falta nos hace.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.